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Una de las primeras cosas que tenemos que entender cuando nos vamos a someter a una sesión de Reiki es

que el terapeuta no es quien nos sana. El terapeuta es un mero canal de energía, lo que el paciente haga

con esta energía es cosa que no depende del terapeuta.

El terapeuta Reiki, rara vez hará comentarios sobre el estado del paciente, primero, porque no es un médico

y no puede emitir diagnósticos y segundo porque no lo sabe. Eso no significa que el terapeuta no pueda

sentir desequilibrios energéticos en zonas del cuerpo o recibir otros tipos de sensaciones, aunque en

cualquier caso, eso no tendría nada que ver con Reiki y normalmente no se le transmite al receptor.

Una sesión normal se realizará tumbado en una camilla, vestido y sin calzado. El terapeuta dibujara en el aire con sus manos los símbolos sagrados Reiki en el paciente e impondrá sus manos sobre distintas zonas del cuerpo y mantendrá las posiciones durante unos minutos, . El tiempo de las sesiones puede variar dependiendo del terapeuta, pero normalmente suelen oscilar entre los cuarenta y cinco minutos y una hora.

El paciente no experimenta ninguna clase de dolor, normalmente se suele llegar a estados de muchísima

relajación e incluso sueño.

Dependiendo del grado de sensibilidad del paciente podrá percibir distintas sensaciones, aunque lo más

normal, es no sentir nada en las primeras sesiones. Recordemos que no se trata de una píldora que te

tomas y te sana, las liberaciones de energía pueden continuar días después de haber recibido la sesión.

Normalmente con cuatro sesiones el paciente nota una mejoría considerable o una sanación completa, aunque esto es muy variable.

Puede existir lo que se llama crisis de sanación, esto significa que en el proceso de sanar el paciente

empeora en los síntomas de la enfermedad. Esto se suele acoger como un éxito, ya que significa que el

enfermo está reaccionando bien al Reiki y está mejorando.

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